Miles de personas vivieron el fenómeno del descenso de Kukulcán en Chichén Itzá, un evento que ocurre durante los equinoccios de primavera y otoño.

Este jueves, miles de personas se congregaron en la zona arqueológica de Chichén Itzá para ser testigos del impresionante fenómeno astronómico del descenso de Kukulcán, el dios maya de la serpiente emplumada, que ocurre dos veces al año durante el equinoccio de primavera y otoño. Este evento, que combina la astronomía y la arqueología, se presentó este año con nuevos hallazgos sobre la antigua observación maya.
El fenómeno, que ocurre en la fachada del Castillo de Kukulcán, se produce cuando los triángulos de luz solar parecen formar la figura de una serpiente deslizándose por la estructura. Según el custodio de Chichén Itzá, José Antonio Keb Cetina, este fenómeno no solo es una representación visual, sino que está estrechamente ligado a los ciclos agrícolas mayas. “El descenso de Kukulcán ocurre 20 días antes y 20 días después del equinoccio, marcando los tiempos de preparación de la milpa, el sembradío tradicional”, explicó el experto, descendiente de sacerdotes mayas.
Durante el fenómeno, los observadores pueden ver formarse entre cinco y nueve triángulos de luz, que guiaban a los mayas en sus labores agrícolas, como la siembra y la cosecha. Este evento tiene un profundo simbolismo cultural y espiritual, ya que está asociado con la bendición del dios Kukulcán, quien según Keb Cetina, desciende para “anunciar el momento idóneo de la siembra”.
El 9 de marzo, un pequeño grupo de visitantes también pudo apreciar el inicio de la formación de la serpiente, pero solo un 10% de los 7,000 asistentes de ese día fue testigo del fenómeno, ya que muchos guías desconocían el evento. “Lamentablemente, este fenómeno se ha vuelto más comercial que educativo, y muchos no conocen que también hay un ascenso de Kukulcán”, lamentó Keb Cetina.
Este fenómeno arqueo-astronómico, descubierto hace 60 años por el custodio Arcadio Salazar y documentado en 1971 por el investigador francés Jean Jacques Rivard, ha ganado reconocimiento mundial, en parte por el simbolismo relacionado con el calendario maya y la conexión con las estaciones del año. Desde 2007, el castillo de Chichén Itzá ha sido considerado una de las Siete Maravillas del Mundo Moderno, y cada equinoccio sigue siendo una celebración de la sabiduría ancestral de los mayas.