Crisis migratoria requiere unión social, señala obispo

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Orizaba, Ver.- Ante las políticas migratorias restrictivas del gobierno federal de Estados Unidos, miles de personas en situación de movilidad enfrentan incertidumbre, miedo y desesperación. La Pastoral de la Movilidad Humana, de la Conferencia del Episcopado Mexicano ha reiterado su compromiso de brindar apoyo integral a los migrantes y deportados, renovando su llamado a la solidaridad.

Mediante un mensaje firmado por el obispo Eugenio A. Lira Rugarcía, responsable de la Dimensión Episcopal de la Pastoral de Movilidad Humana, de la CEM, subrayó la importancia de atender las necesidades físicas, emocionales y legales de quienes se encuentran en esta difícil situación. “Les reiteramos nuestra solidaridad, nuestra oración y nuestra determinación de seguirles sirviendo”, señaló Lira Rugarcía, enfatizando que la misión de la Iglesia es proteger y acoger a los más vulnerables.

La Pastoral de la Movilidad Humana ha reconocido el esfuerzo que diversas diócesis, especialmente en la zona fronteriza, y otras iniciativas realizan para proteger y defender a los migrantes. En los albergues y centros de acogida administrados por esta organización se ofrecen servicios fundamentales, como techo, alimentación y atención a la salud física, emocional y espiritual.

Además, se brindan servicios esenciales, como ayuda para contactar a sus familias, asistencia en la obtención de documentación y asesoría legal para los trámites que requieran realizar. Estos espacios han sido un refugio vital para muchas personas en tránsito y deportadas, que de otro modo no tendrían a dónde acudir.

El mensaje enfatiza que la crisis migratoria no puede enfrentarse de manera aislada; requiere la unión de autoridades así como de organizaciones religiosas y civiles. “Convencidos de que, unidos, podemos ofrecer a todos una esperanza, renovamos nuestra disposición a trabajar juntos”.

La situación en la frontera norte de México continúa siendo crítica. Miles de migrantes, provenientes principalmente de Centroamérica y el Caribe, enfrentan condiciones extremas mientras esperan una oportunidad para cruzar a Estados Unidos o para regularizar su situación. La falta de refugios suficientes, las bajas temperaturas y los riesgos asociados al tránsito migratorio hacen que la labor de organizaciones como la Pastoral de la Movilidad Humana sea crucial.

El mensaje del obispo Lira Rugarcía recordó las palabras de Jesús: “Traten a los demás como les gustaría que los demás los trataran a ustedes”, apelando a la empatía y la responsabilidad colectiva.

La atención a los migrantes y deportados requiere de un compromiso humano y espiritual por parte de todos los sectores de la sociedad. El desafío supera lo que una sola institución puede lograr.

Por ello, la invitación a colaborar se extiende a toda la sociedad. “No podemos cerrar los ojos ante el sufrimiento de nuestros hermanos. Unidos, podemos marcar una diferencia en sus vidas y darles la esperanza que necesitan”, concluyó.

Las políticas migratorias endurecen las condiciones de vida de miles de personas, el llamado de la Pastoral de la Movilidad Humana recuerda la importancia de la solidaridad como un acto de humanidad y fe, imprescindible en estos tiempos de crisis.

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